martes, 30 de agosto de 2016

Dulce espera.....

Desde que el alba quiso.
Miguel Hernández.

Desde que el alba quiso ser alba, toda eres
madre. Quiso la luna profundamente llena.
En tu dolor lunar he visto dos mujeres,
y un removido abismo bajo una luz serena.
¡Qué olor a madreselva desgarrada y hendida!
¡Qué exaltación de labios y honduras generosas!
Bajo las huecas ropas aleteó la vida,
y se sintieron vivas bruscamente las cosas.
Eres más clara. Eres más tierna. Eres más suave.
Ardes y te consumes con más recogimiento.
El nuevo amor te inspira la levedad del ave
y ocupa los caminos pausados de tu aliento.
Ríe, porque eres madre con luna. Así lo expresa
tu palidez rendida de recorrer lo rojo;
y ese cerezo exhausto que en tu corazón pesa,
y el ascua repentina que te agiganta el ojos.
Ríe, que todo ríe: que todo es madre leve.
Profundidad del mundo sobre el que te has quedado
sumiéndote y ahondándote mientras la luna mueve,
igual que tú, su hermosa cabeza hacia otro lado.
Nunca tan parecida tu frente al primer cielo.
Todo lo abres, todo lo alegras, madre, aurora.
Vienen rodando el hijo y el sol. Arcos de anhelo
te impulsan. Eres madre. Sonríe. Ríe. Llora.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Tormenta.

El rayo que no cesa.
Miguel Hernández.

Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.

Rayo de metal crispado 
fulgentemente caído,
picotea mi costado
y hace en él un triste nido.

Mi sien, florido balcón
de mis edades tempranas,
negra está, y mi corazón,
y mi corazón con canas.

Tal es la mala virtud
del rayo que me rodea,
que voy a mi juventud
como la luna a mi aldea.

Recojo con las pestañas
sal del alma y sal del ojo
y flores de telarañas
de mis tristezas recojo.

¿A dónde iré que no vaya
mi perdición a buscar?
Tu destino es de la playa
y mi vocación del mar.

Descansar de esta labor 
de huracán, amor o infierno
no es posible, y el dolor
me hará a mi pesar eterno.

Pero al fin podré vencerte,
ave y rayo secular,
corazón, que de la muerte
nadie ha de hacerme dudar.

Sigue, pues, sigue cuchillo,
volando, hiriendo. Algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía.

lunes, 22 de agosto de 2016

Las luces del alba.


Alba.
Federico García Lorca.

Mi corazón oprimido.
Siente junto a la alborada 
el dolor de sus amores 
y el sueño de las distancias. 
La luz de la aurora lleva 
semilleros de nostalgias 
y la tristeza sin ojos 
de la médula del alma. 
La gran tumba de la noche 
su negro velo levanta 
para ocultar con el día 
la inmensa cumbre estrellada. 

¡Qué haré yo sobre estos campos 
cogiendo nidos y ramas 
rodeado de la aurora 
y llena de noche el alma! 
¡Qué haré si tienes tus ojos 
muertos a las luces claras 
y no ha de sentir mi carne 
el calor de tus miradas! 
¿Por qué te perdí por siempre 
en aquella tarde clara? 
Hoy mi pecho está reseco 
como una estrella apagada.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Cañas y vino.

Mientras bebo solo a la luz de la luna, de Li Po

Un vaso de vino entre las flores:
bebo solo, sin amigo que me acompañe.
Levanto el vaso e invito la luna:
con ella y con mi sombra seremos tres.
Pero la luna no acostumbra beber vino,
y mi perezosa sombra sólo sabe seguirme.
Festejemos, con mi amiga luna y mi sombra esclava
mientras aún es primavera.
En las canciones que entono vibran rayos lunares;
en la danza que ensayo mi sombra se aferra y deshace.
Los tres juntos, antes de beber, holgábamos;
ahora, ebrios, cada cual va por su lado.
¡Regocijémonos muchas horas todavía,
en nuestro festín inanimado,
para encontrarnos al fin el Río de las Nubes!

lunes, 8 de agosto de 2016

Los hombres de hierro.

SIN DIOS
MARIO BENEDETTI

Mientras pasa la estrella fugaz,
acopia nuestro deseo instantáneo,
montones de deseos son los suprioritarios.
Por ejemplo,
que el dolor no me apague la rabia,
que la alegría no desarme mi amor,
que los asesinos del pueblo,
se traguen sus molares caninos de incisivos,
y se muerdan funciosamente el hígado.
que los barrotes de las celdas,
se vuelvan de azúcar o se ocupen de piedad,
y mis hermanos, puedan hacer de nuevo,
el amor, y la revolución.

miércoles, 3 de agosto de 2016

La espiga de oro.

La Paloma 

Por Rafael Alberti




Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua. Se equivocaba.
Creyó que el mar el cielo;
que la noche, la manaña.
Se equivocaba.
Que las estrellas, rocio;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama)


lunes, 1 de agosto de 2016

Descenso del cielo.

Mario Benedetti.
Otro Cielo.

No existe esponja para lavar el cielo
pero aunque pudieras enjabonarlo
y luego echarle baldes y baldes de mar
y colgarlo al sol para que se seque
siempre faltaría el pájaro en silencio

no existen métodos para tocar el cielo
pero aunque te estiraras como una palma
y lograras rozarlo en tus delirios
y supieras al fin como es al tacto
siempre te faltaría la nube de algodón

no existe un puente para cruzar el cielo
pero aunque consiguieras llegar a la otra orilla
a fuerza de memoria y pronósticos
y comprobaras que no es tan dificil
siempre te faltaría el pino del crepusculo

eso es por que se trata de un cielo que no es tuyo
aunque sea impetuoso y desgarrado
en cambio cuando llegue al que te pertenece
no lo querrás lavar ni tocar ni cruzar
pero estarán el pájaro y la nube y el pino.