Miguel Gané.
Madrid es ella.
Ella era toda la poesía que se escribía en Madrid.
El verso más bonito de Gran Vía.
La boca más hermosa de Malasaña.
Los ojos más tímidos de los cines de Callao.
La cabeza más heavy que había pasado por Argüelles.
La cintura más bonita que veías por el metro.
Las piernas más largas de la Plaza Mayor.
La falda más corta de Montera.
La musa que aun seguía inspirando a la estatua de Bécquer.
El rayo de sol más brillante de una tarde de domingo en el Retiro.
La reliquia más bonita del rastro.
La que podía domar los leones de Cibeles.
La quinta torre de Madrid.
El palacio más Real de todo mi reino.
Madrid es ella, y yo, solo una de sus calles.
El verso más bonito de Gran Vía.
La boca más hermosa de Malasaña.
Los ojos más tímidos de los cines de Callao.
La cabeza más heavy que había pasado por Argüelles.
La cintura más bonita que veías por el metro.
Las piernas más largas de la Plaza Mayor.
La falda más corta de Montera.
La musa que aun seguía inspirando a la estatua de Bécquer.
El rayo de sol más brillante de una tarde de domingo en el Retiro.
La reliquia más bonita del rastro.
La que podía domar los leones de Cibeles.
La quinta torre de Madrid.
El palacio más Real de todo mi reino.
Madrid es ella, y yo, solo una de sus calles.
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