Yo, este Wilfredo, mozo del patio de los Carrizales,
hombre de barba corrida y navaja en suspenso,
que se mira a los espejos sin anteojos
creyendo descubrir rostros de vecinos curiosos
signados por perillas y otros frutos menores,
opto por arrancar pelos insustanciales
desordenadamente dispuestos en caras comunes
y así, sin más, pongo en remojo
mis barbas para que ardan
por siempre y tales veces
bajo el agua de la poesía.
hombre de barba corrida y navaja en suspenso,
que se mira a los espejos sin anteojos
creyendo descubrir rostros de vecinos curiosos
signados por perillas y otros frutos menores,
opto por arrancar pelos insustanciales
desordenadamente dispuestos en caras comunes
y así, sin más, pongo en remojo
mis barbas para que ardan
por siempre y tales veces
bajo el agua de la poesía.
Wilfredo Carrizales.
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