lunes, 28 de marzo de 2016

El ocaso del día y el barco varado.

A un barco varado.
Norberto Sánchez López.

¿Se puede apuntalar la muerte?

Dime,
viejo desterrado a las marismas,
¿qué sueños sostiene tu casco carcomido?

Para ti, como para mí,
acabaron las estelas de juventud.

Con la rabia muda de los apartados,
tu quilla se ha vuelto arena.

Es la ley de los hombres.

Ellos, viejos moribundos de las marismas,
no saben que tu hogar no tiene costa.

No saben que tú y yo
sólo nos ahogamos en tierra.

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